CONOCE A TU CONSUMIDOR MEJOR QUE A LA PALMA DE TU MANO
Usualmente cuando se piensa en incrementar las ventas de un negocio o mejorar la imagen de un producto o servicio siempre se piensa que el primer paso para llevarlo a cabo es la planeación de una campaña o mandarlo directamente al departamento de diseño los cambios en el producto para que este salga y se venda en el mercado directamente.
Rara vez se cuestiona si el consumidor acepta el producto o si satisface alguna necesidad previa, es decir, rara vez se cuestiona si el producto en sí ha sido el resultado de una secuencia lógica de un proceso mercadológico o simplemente el resultado de una percepción subjetiva del empresario sobre el potencial de venta que podrá tener dicho producto o servicio una vez que se lance al mercado y que los consumidores tengan contacto con el mismo, razón por la cuál se vuelve común que los productos fracasen en su intento de penetración cuando han sido previamente introducidos o en todo caso cuando su ciclo de vida esta en una etapa de madurez o declive.
Usualmente cuando se piensa en incrementar las ventas de un negocio o mejorar la imagen de un producto o servicio siempre se piensa que el primer paso para llevarlo a cabo es la planeación de una campaña o mandarlo directamente al departamento de diseño los cambios en el producto para que este salga y se venda en el mercado directamente.
Rara vez se cuestiona si el consumidor acepta el producto o si satisface alguna necesidad previa, es decir, rara vez se cuestiona si el producto en sí ha sido el resultado de una secuencia lógica de un proceso mercadológico o simplemente el resultado de una percepción subjetiva del empresario sobre el potencial de venta que podrá tener dicho producto o servicio una vez que se lance al mercado y que los consumidores tengan contacto con el mismo, razón por la cuál se vuelve común que los productos fracasen en su intento de penetración cuando han sido previamente introducidos o en todo caso cuando su ciclo de vida esta en una etapa de madurez o declive.
Pensar que un producto por sí mismo tendrá la fuerza necesaria para que el "consumidor erróneo" acepte un "producto erróneo", es tanto como suponer que a un sordo le gustará y tendrá aprecio por la música clásica.